Hoy, cuando me desperté, sin saber la hora, atascada al sueño perezoso de la mañana, huyendo de la falta de la llamada de libertad, decidí mirar mi móvil. Fue cuando lo vi apagado.
Mierda!
A secuencia vi que me borraste de tu listado. Me llamaste y tenía mi móvil apagado? O ni me llamaste? Qué pasó? Qué pasa?
Esta situación se repite una y otra vez. Hay que tener fé. Hay que persistir. Sinto un inmenso dolor al pecho, ganas de llorar. Clamo por la libertad. Pero hay que tener fé.
Me arrodillo al suelo y medito.
Hay que tener fé.